APERREADOS
Si, aperreados, estamos aperreados, o, dicho de otra manera, muy fatigados y molestos por la presencia de tantos perros-mascotas en nuestras ciudades.
El número de perros-mascotas se va incrementando e incrementando día a día, cada vez son más y están en más sitios. Los encontramos por la calle, en los parques, en la montaña, en la playa, en los hoteles, en los restaurantes, en los bares, en los museos en las grandes superficies, etc. etc.
Los poderes públicos reaccionan ante esta invasión publicando normas de convivencia que obligan a los propietarios de los perros-mascotas a respetar algunas reglas, pero muchos de ellos no lo hacen y provocan, de esa manera, molestias a los demás ciudadanos.
Tampoco es que los perros-mascotas lo pasen demasiado bien, porque muchos de ellos son encerrados en viviendas pequeñas y apenas salen a pasear por la calle y como resultado protestan ladrando o, cuando se quedan solos en casa, con aullidos lastimeros que deben ser soportados por los vecinos y no por los dueños, que en esos momentos están ausentes.
Los que salen a pasear aprovechan para defecar y orinar en la calle. Cuando había en una ciudad 20 ó 30 perros, eso no tenía mucha importancia, pero ahora, cuando en una ciudad de unos 150.000 habitantes humanos encontramos una media de 30.000 habitantes perrunos, la cosa es muy distinta, porque se generan más de 30.000 defecaciones y más de 50.000 charcos de orín, y eso hay que retirarlo cada día por los servicios de limpieza.
Luego está que los dueños de los perros-mascotas exigen poder llevar a cabo las actividades de su vida normal junto con sus mascotas y, como cada vez son más, van imponiendo su voluntad poco a poco a los poderes públicos y a empresas privadas y a los demás ciudadanos. Así los dueños de los perros-mascotas quieren utilizar con ellos los autobuses, los taxis, el metro, los trenes de cercanías, los trenes de largos recorridos, los aviones, los barcos, entrar en todo tipo de tiendas, en los bares, en los restaurantes, en los museos, . .
Además se emplea dinero público para crear espacios para el esparcimiento de los perros-mascotas y se les instala columpios, se les acota espacios en las playas y utilizan esos espacios y también los demás. Y ese dinero público sale de los impuestos de todos, de los que tenemos y de los que no tenemos perros.
¿Para cuando un impuesto sobre tenencia de perros que compense los gastos que ocasionan?
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